Bogotá, Colombia.
Los archivos perdidos. 1/3
Diez años atrás.
Me mandan un mensaje, de esos que en tiempos de pocas redes sociales habían: “oye, ¿y te gustaría tomarte unas fotos en exteriores?”. Sabía el calibre de las fotos, porque conocía al fotógrafo muy bien. Sabía que le gustaba trabajar el cuerpo del hombre, de la sexualidad implícita y la sensualidad explícita. Me sentía, a la vez, tentado a salir por las calles del Barrio Egipto y marcar paquete a una temperatura que no debería. Bogotá no es cálida pero es caliente.
Acababa de dejar un trabajo de ser gerente de expansión de una cadena de supermercados. Parecía que, por un momento, mi vida estaba dirigida a ser este señor de saco y corbata, ejecutivo, que había planeado ser durante mi universidad. Pero sabía también que me faltaban muchas cosas por decir y hacer.
Y sobretodo, responder a una pregunta: “¿por qué no?”. Al final, ni me limita nada ni le debo nada a nadie. ¿Que es lo peor que me puede pasar? En ese punto, nada. Es abrazar las consecuencias y mandarme de rastra con todo. Por eso estaba ahí, en el barrio.
Con las primeras fotos, sentí que podía hacer más. Primero, me quité la camisa, en esa época donde aún sentía mucho complejo por mi cuerpo. Luego, me subí a una reja y me bajé un poco los pantalones. Me daba algo de pena pero a la vez, el impulso de hacerlo, me podía más. Era un juego, tan inocente que hasta incluso, mi sobrino que estaba acompañándome, se prestó a que lo cargara por el torno y tomarnos una foto.
Entonces él se fue y quedamos el fotógrafo y yo; Javier y yo. Lo de la reja la llevamos al muro y ahí, indefenso por si pasaba una señora de estas de toda la vida, decidí bajármelos de nuevo a mostrarle al barrio mi culo -que en ese entonces, si ven depilaba-. ¿Y si me lanzo a más? ¿Qué podía pasar? Javier entonces me dice que me los baje. Y no solo eso, que trate de que se me ponga dura la verga.
Lo pensé y supe que eso sería difícil, que sin visualizar algo explicito no podía. Pero la adrenalina de saber que estaba tan expuesto fue suficiente y eso, al final fue lo que hizo que me la pusiera dura. Fue extraño, como descubrir algo nuevo que si logran ver mis fotos y videos en Barcelona, es ya paisaje para mi.
“Pues no está nada mal de verga”, me dice mientras yo, en mi ausente timidez me la acomodaba a un lado para que se viera mejor. “Pues si quieres, podemos tomar más fotos otro día”, le respondí. Desde ese momento nació una extraña complicidad de modelo y fotógrafo. Pero también, esa complicidad entre el que yo hacía n mi vida pública con mi trabajo y el yo, más atrevido y exhibicionista que no tenía porque ocultar. Es que es parte de mi naturaleza y no debía divorciarlos sino, al contrario, cazarlos.
Que si cuento historias de viaje en mis redes, también puedo contar las historias de sexo; ¿es que acaso hay alguna diferencia con la conversación con mis amigos en el bar? No entendía porque ocultar ese lado oscuro de viajar. ¿O es que si tomo fotos documentales alrededor del mundo, me impide tomarme fotos desnudo en el espejo? Que no debía divorciar, si ambas cosas se podían complementar. Que está en la naturaleza humana y que no tengo miedo en enfrentarme a ello. ¿Por que debería sentir vergüenza?
Años después, lo terminé materializando aquí. Y todo empezó, digamos, con un mensaje.
VI. TÚNEZ.
Lyon, Francia.
Nos habíamos dado cuenta apenas conversando que ambos eramos exhibicionistas. "Pues, sí, me gusta que me vean masturbarme", me dice mientras me cuenta entre un té, el porqué lo hace sin miedo alguno. "¿Y que tal te va con la webcam?", le pregunto de forma directa. ¿No estaría mal, verdad? Pues bien, para mi sorpresa le fascina hacerse pajas por webcam. Lo he comentado acá, que llega a ser un recurso muy bueno cuando uno solamente quiere interactuar con alguien y conservar el anonimato. Entonces, no quedaban muchas opciones más que hacerlo.
¿Cómo? Pues le dije, sin tapujos, que deberíamos jugar un rato en Dirtyroullete. Que era cuestión de poner la cámara, echarnos en la cama y empezar a jugar entre ambos, a ver la reacción de los demás con solo vernos. ¿Qué podía pasar? Gente de todo el mundo viéndome cómo le comía el culo por todo el tiempo que quisieran, sin tapujos y sin restricciones. Y es que, algunos aquí saben que me la paso muchas veces en esa página e incluso alguien, me encontró un día. Por eso mismo, le vendí la idea y aceptó.
No podía ser más que empezar, justamente, viendo qué tan dócil podía ser y que, para mi sorpresa, le encantaba no solo transmitir sino grabarse. Por ello, apenas pudo poner la cámara parecía que estuviera listo para que le diera, a tope, con tan solo sentir la lengue en su culo. Mágia pura, esta de quedar excitado solo con el pequeño gusto de exhibirse y de oír a extraños al otro lado de la pantalla mirarnos cómo dos hombres disfrutaban de su placer entre gemidos y risas.
Porque hay espacio para ello, claro. No soy la persona 100% más seria del mundo y menos en cuestión del sexo. ¿Para qué, si el propósito es tambien pasarla bien y eso se puede enfrentar con humor?
Fue así como entre una y diez, fueron pasando varios a los que les hacíamos correrse frente nuestro. Yo, batallando no hacerlo en su culo; él, esperando pacientemente lo que quería: encontrar a uno al cual mostrarle como puede reventarme el culo en una sutil venganza y después, darme su leche, sin tapujos en mi cara.
Irónicamente, mi propósito original.
Hoy, hace un par de horas, tenía una guía de este lugar preparada y en el tintero. Un sitio cerca a Barcelona que aún estaba bien preservado (los sitios abandonados cerca de las ciudades por lo general están totalmente destruidos) pero al empezar a buscar fuentes, me encontré que lo han demolido recientemente.
Las piscinas de Castellnou, de Rubí, inauguradas en 1971, eran un misterioso lugar de urbex que se prestaba para mucho. Eran, un escampado abierto en medio de un barrio de densidad baja, perfecta para fotografías, culear y tomarse nudes. Sí, desde Coldplay grabando el video de “My Universe” hasta una que otra cinta xxx amateur (por que si no han cogido o se han hecho una paja en un sitio abandonado, los reto a hacerlo algún día).
Ahora básicamente me quedan estas fotos, de ese lugar que hoy ya no existe. Se siente extraño saber que en tan poco tiempo, algo ha desaparecido por completo. En este duelo tonto pensé: ¿qué hago ahora con este material?
¿Qué tengo que contar?
De peque, quería explorar lugares arqueológicos, ser un Tintin, Indiana Jones o Lara Croft. Pero de grande vine conocer la exploración urbana. Al empezar a viajar, fui viendo lugares abandonados al pasar en el bus o en el tren y me imaginaba dibujar la línea que define algo antiguo de lo abandonado. La exploración urbana es una afición practicada por algunas personas por visitar y explorar lugares olvidados, remotos o abandonados. Es una atracción enferma por la decadencia, por la historia y por la adrenalina.
Sí, adenalina. Puedes encontrarte con perros callejeros, estructuras inestables o algún vigilante.
Pero que soy un curioso de mierda. Soy arriesgada. Ante todo mi originalidad.
Me visto como yo, bailo como yo, me expreso como yo.
¿Y si, mejor voy a lo básico y les explico como hago para encontrar y que reglas hay en entrar a lugares abandonados?
Primero, observar. Sí, parece tonto pero la primera regla es tener un ojo abierto en la vía. Cuando se va de viaje, o caminas por una ciudad, empieza a notar edificios cuyas ventanas se ven sucias y vidrios rotos. Edificios con poco mantenimiento. Lo que más arruina un edificio es la falta de uso justamente. ¿Ves un grafiti en un lugar alto? Bien, eso significa que hasta ahí puedes entrar. Si vas en tren, bus, carro y notas un edificio abandonado, apresúrate de una vez y pon el pin de salvado en Google Maps o en Maps.me.
Segundo, precisamente Google Maps. Muchas veces hago barridos en mapas satelitales buscando techos o estructuras que se noten que estan abandonadas. Aunque no lo crean, si ponen en el buscador “ruinas” o “abandonado”, el buscador les va a soltar resultados.
Finalmente, simple y llanamente: busca en internet en blogs de urbex acerca de la ciudad que visitas. Eso sí, el truco está en buscar en el idioma local, no en inglés solamente. ¿Quien mejor para saber lugares de urbex en Francia que sus ciudadanos que hablan francés?
Ahora bien, lo que hago en el urbex y pueden notarlo es más allá de la adrenalina de explorar. Al hacerme fotografías desnudo, tengo que tener mucho cuidado en cómo lo hago y en tomarme el tiempo para cuadrar la foto, encontrar el lugar perfecto y vacío. ¿Que si casi me atrapan? Varias veces. En una, en una iglesia abandonada cerca de Granada, España, al subir a revisar la cámara entraron tres chicos. Menos mal tenía la ropa a mano. Me pude vestir y salir.
Por eso, hay ciertas reglas.
1. No hagas nada más que fotos y no dejes más que huellas. La frase urbex por excelencia: al llegar a un lugar abandonado, no destruir ni llevarse nada. La regla de oro de urbex es dejar la propiedad exactamente como la encontraste.
2. Nunca rompas nada para entrar. Posiblemente lo que estemos haciendo roza lo ilegal en algunos paises. Así que nunca rompas un vidrio, fuerces una puerta para entrar. Lo mejor es tomarse su tiempo, dar una ronda y ver cual es el lugar más seguro para entrar.
3. Si te pillan, no corras. Más si estás desnudo. Si alguna vez te encuentras en una situación en la que ves a otra persona posiblemente el impulso sea salir corriendo y esto es un error. Primero, porque las estructuras no necesariamente son sólidas y seguras y debes ser consciente de dónde estás pisando. Estos lugares son peligrosos. Segundo, porque vas a confesar con la huida que estás cometiendo un error. Si alguien se acerca, dile que estás tomando fotos y se acabó.
Y si me preguntan porqué lo sigo practicando, es porque me siento reflejado. Uno está condenado al inexorable proceso de ser ruina. Así que la belleza de la decadencia siempre será la mejor forma de reconciliarse con el destino mismo de lo que quería ser y ahora soy.
GUÍA PRÁCTICA: COUCHSURFING
(Especialmente si eres nudista)
Existen diversas formas de viajar. Tambien, con ellas de alojarse y buscar dónde quedarse a dormir. Internet y la era de las comunicaciones ha traido una serie de opciones que, puede ayudarnos a conectar con más gente de la que creemos y justamente, hace unos años, se ha creado una plataforma de viaje que es muy interesante: Couchsurfing.
Couchsurfing es un proyecto web en el cual cualquier viajero perteneciente a la red puede ofrecer o recibir alojamiento gratuito en su casa/sofá sea cual sea su procedencia. Couchsurfing se creó para crear un intercambio de experiencias, así de simple. El hecho que tengas alojamiento gratuito no lo hace un hotel, lo hace apenas la plataforma para que interconectes con personas alrededor del mundo. En la red envías un request, el anfitrion te acepta y después de hospedarte, ambos pueden enviarse una reseña positiva, negativa o neutral.
Esta es la forma en la que se crean confianza en esta plataforma.
Así funciona.
1. Regístrate. La página es www.couchsurfing.com o incluso puedes bajar la app desde la Appstore o Google Play. Te puedes registrar asociando tu perfil de Facebook o con un correo electrónico.
2. Couchsurfing, depentiendo del país donde vivas, te pide un precio de suscripción anual. Antes era gratuito, pero debido a legislaciones, han decidido cobrar. La buena noticia es que dependiendo del país donde vivas, la suscripción cambia, siendo favorable para paises vulnerables.
3. Completa tu perfil y presentarte ante la comunidad: recuerda que ésta será tu mejor carta de presentación. Buenas fotos, de viajes si es posible, gustos de música, cine, arte lo más detallados posible.
4. Si vas a ofrecer tu sofá/cama, sube tambien fotos. Explica cómo se llega, que hay que hacer para hospedarse contigo, cuales son las condiciones y limitaciones.
5. Busca tu destino. Te aparecerá una lista de anfitriones catalogados en tres franjas: puede alojarte, tal vez y no. Empieza a leer meticulosamente cada perfil y busca, basado en tus intereses quién te conviene más para llevar sana convivencia. Revisa muy bien los comentarios positivos y negativos de su perfil, no está demás si te insipira confianza.
6. Envíale una solicitud de sofá. Exprésate en un corto texto, el porqué él o ella, sería un buen anfitrion y tu un buen huésped.
GRUPOS
Ahora, ¿por qué hablo de Couchsurfing aquí ? Bien, como comunidad aloja varias comunidades, entre ellas grupos. En dichas comunidades hay personas LGBT+ y/o nudistas que tambien ofrecen alojamiento. Los grupos sirven como pequeñas comunidades y si buscas alojamiento en una comunidad específica, lo mejor es escribir tu solicitud directamente en los comentarios del grupo: así sabrás que anfitriones están dispuestos a alojarte o incluso, darte recomendaciones para tu viaje.
Estos son los grupos que recomiendo.
Queer Couchsurfers
https://www.couchsurfing.com/groups/queer-couchsurfers
Gay Couch Surfers and Travelers
https://www.couchsurfing.com/groups/gay-couch-surfers-and-travelers-24234
Nudist CouchSurfers
https://www.couchsurfing.com/groups/nudist-couchsurfers
Naturism/Nudism Hosting & CouchSurfing
https://www.couchsurfing.com/groups/naturism-nudism-hosting-couchsurfing
Gay nudists
https://www.couchsurfing.com/groups/gay-nudists
CONSEJOS.
1. Desconfía de personas con perfiles sin fotos, sin referencias o muy nuevos. Busca anfitriones con perfiles con buenas referencias y que te inspiren confianza.
2. Lee las normas de cada anfitrión. Cada uno de los que ofrece su espacio genera normas para convivir. Si es nudista, puede sentirse o bien cómodo estando él desnudo y tú no; pero hay algunos que te pueden pedir que estén ambos desnudos. Por eso es recomendable leer cada perfil.
3. El sexo no es obligatorio. Y es que nunca lo ha sido. ¿Que pueden suceder aventuras? Sí, me ha sucedido muchas veces pero de igual forma muchas veces no. No presiones ni dejes que te presionen si no quieres.
4. Se respetuoso con los espacios. Ten todo en orden en tu espacio, no dejes todo en caos.
5. Déjate llevar. Es una oportunidad única para conocer nuevas culturas y nuevas personas, así que no fuerces nada. Estás teniendo de primera mano la experiencia de convivir con alguien ajeno a tu cultura.
6. No es un hotel. Respeta los horarios de entrada y salida de la casa, así como esfuérzate en ser ameno con tu anfitrión. Invítalo a comer algún día, pasa tiempo con él, charla o lleva un detalle como agradecimiento.
Villeurbanne, 2:30 pm.
Acabas de llegar de un viaje. Tienes dos días encima en los que no pudiste dormir y no sabes más que hacer. Miras por la ventana y solo cae nieve, recordandote que dejaste la ropa que necesitas a kilómetros de distancia. No tienes ganas de salir a comprar nueva, que vas a usar dos días.
Entonces, recuerdas que no te has hecho una paja en días. Que debido a estar compartiendo un airbnb con amigos, no has tenido privacidad y que los planes para quedar ya te suenan monótonos después de un tiempo. Que quieres ver una película pero todo te sabe igual. Entonces sabes que hay algo que no falla, que si lleva días haciendose o meses preparándose: ese amigo de pajas infalible. Y digo que lleva ese tiempo haciéndose porque desde la primera vez que me hice una con él, al día de hoy, cada vez que la hacemos es ponernos a tope. El ego, ese motor infame, funciona para verme reflejado en alguien que se masturba igual que yo: escupe, se abre de piernas, se olfatea las axilas y presume de lo propio sin olvidar de pedirle al otro que, cuando se vuelvan a ver en vivo, va a suceder lo prolongado.
Es lo que me pasa con él: desde que nos conocemos, sabemos que nos ponemos a mil por hora y de forma inexplicable, nos masturbamos como si lo hicieramos de toda la vida. La extraña atracción no solo física, sino mental del deseo y también, debo decirlo, de la confianza (expresada de ver como se la cae la bicicleta en el fondo) lo es todo. Me pide que cuando me visite a España, que es pronto, debo llenarlo de leche. ¿Qué creen que me pasa entonces, ahí, en plena conversación de Skype con alguien que te atrae tanto y te eleva el morbo al límite?
Eso.
Esto.
Explotas.
Y te olvidas de todo lo que hizo que tu llegada de un viaje sea un desastre. La magia innocua de la tecnología.
Villeurbanne, Francia.
5:30 pm.
¿Qué es "la previa"? ¿Qué es exactamente eso que muchas veces se pasa de largo cuando queremos simplemente iniciar el sexo? Es justamente lo que dispara, lo que emociona. Es ese descontrol entre dos, que no es coito, que no va relacionado en la acción directa de penetrar sino en la conexión que uno puede tener con el otro. Lo considero incluso más importante que el acto sexual mismo, que, si confieso, prefiero mil veces una buena paja a un mal polvo. La razón por la cual disfruto el sexo, es cuando existe esa conexión fuerte con la otra persona, que el hecho de meter una verga sea considerado un simple trámite que inicie otra forma de interactuar.
No te saltes la previa.
Villeurbanne, 5:40 pm.
Había visto un día de esos, en los que tenía que ir por rutina al supermercado, a un señor que me llamó la atención. Él, que aparentemente era vecino también de donde me estaba hospedando, se me había cruzado un par de veces en el pasillo, sin evitar mirar que tenía un bulto bastante marcado que me causaba morbo ver. Pero claro, ¿cuántas veces uno no mira de reojo a aquel que le presta unos microsegundos de atención cuando se está en el barrio?
La imagen igual se quedó en la cabeza, como esos pasajeros de bus que uno se traga y se van. Pero ese instante en el supermercado me era suficiente para pensar que dicha persona, era gay. O bueno, al menos le gustaba el sexo entre hombres. Entonces, dos días después, me dio por abrir esa aplicación de sexo que tanto nos gusta.
Y para mi sorpresa, ahí estaba.
60 metros.
- Hey, ca va?, le escribo en mi francés escueto. Para mi sorpresa, me responde que sabe español. Qué si no tengo problema en leerlo así, que le parece mejor para practicar el suyo. Resulta que el vecino en realidad es Portugués, nacido en Francia por su familia que emigró. Vive solo sí, y estaba nada más que al frente de mi casa.
- ¿Qué haces?, me pregunta. Evidentemente no es que estuviera haciendo nada, pero era una esas tareas que podía ponerle pausa. Entonces la respuesta fue nada. Pensó que era extraño que alguien de Colombia terminara en su barrio, que sabía que era alejado del centro de Lyon. El morbo que yo tenía, claro, desde que lo había visto en el supermercado era lo que más me motivaba a hacer algo. ¿Cuales eran las posibilidades de coincidir así? ¿Tan cerca?
Entonces llegué a su puerta. Enraizado en un montón de ropa, tratando de huirle al invierno que me prohibía hacer cruising. En eso, se abre la puerta y no más al abrirla, pude ver que lo que había visto era en verdad, lo prometido. Me recibe en ropa interior, con una camiseta puesta. Era unos 20 cm más alto que yo y evidente, unos años mayor.
- Entonces eras tú, me dice. Y quedo en una pieza. Sí, él también se había fijado en mi en el pasillo aquel día. ¿Qué más tenía que suceder para saber qué era lo que estaba predestinado a ser? Porque aunque no me suele suceder o no me guste, ese sexo de aplicaciones, crudo y directo puede hacer bien de vez en cuando. Más, cuando existe esa pequeña previa de vernos en un sitio público y saber que hay una conexión. No quedaba más que decirle sí, y acto seguido, arrodillarme para quitarle los bóxer y hacer lo que más me gusta.
Noto que toma su móvil con la mano. Lo noto porque me ha quitado las manos de mi cabeza por un segundo. Lo aseguro cuando me pregunta si quiero que lo grabe. ¿Pero, más perfección puede ser? Si muchas de las historias que cuento se pierden porque no queda registro de dichas aventuras, mas cuando estoy de viaje. Pero él no. Él quería que esto quedara grabado y que si iba a "jugar" conmigo, -como lo decía-, debía hacerlo para que nuestro después tenga un recuerdo en caso de querernos masturbar.
Fue como en cuestión de segundos, estaba en su cama, completamente desnudo y sobre mí. Repartiéndonos los móviles, de mano en mano para que todo el juego quede grabado. Una previa, (que hablaré después), en la que me sujetaba casi por el aire, abriéndome el culo con sus manos para empezar a tantear lo que él querría hacer. Una, donde se trepaba encima mío para mover con mi cuerpo su prepucio. Una, donde me escupía para probar si era yo ese que podía jugar cerdo.
Un juego donde me agarraba la verga para jugar con ella, tenerla toda en la boca, escupirla, hacerla propia. Otro, donde me ponía a jugar conmigo mismo para ver si estaba listo para que me reventara el culo, -como él decía-, sin miedo o afán. Que claro, me daba satisfacción verle pero a la vez, su rudeza y crudeza en esta previa apenas asfaltaban lo que quería hacer: mandarla a tope, sin miedo, hasta que los guevos choquen totalmente contra mí. Por eso, toma un momento para apenas escupir, amagando con la punta haciéndome pensar en lo que venía. Justo, probando si con la previa era suficiente para dejar salir este gran d-ddy que llevaba dentro y que quería aflorar conmigo.
No, es que no le costó. De hecho, notó como al ir entrando me gustaba sentirla dentro. Tomó su cámara y se hizo una selfie. De hecho, pretendió que con su mismo pulso y afán de seguirme escupiendo y bombenando nos iba a salir un video perfecto, como si tuviera un estabilizador en la mano, cosa imposible de lograr. Más, porque cada vez que me escupía para jugar conmigo, más salía de su interior ese macho que había visto en el pasillo. Más se intensificaban las ganas de darme, más quería jugar conmigo.
"En el culo". Fue lo último que le oí decir. Para ese entonces, la cámara ya no tenía más que documentar o ser testimonial. Era imposible que quedara grabado cuando sus chorros de leche empezaron a llenarme mientras yo disparaba los míos. Era apenas una prueba de lo que pasó, no tanto un video de esos que tienen 4.9 en las plataformas amateur por internet. Era solo eso, testimonio.
Nos levantamos, nos tomamos fotos. Miramos la hora y nos reíamos. Intercambiamos videos, prometiendo verlos cuando quisiéramos ya que desde España iba a ser difícil repetir.
Pero lo hicimos, al menos, antes de empacar mis maletas y antes de ir por última vez a ese supermercado.
TUTORIAL #15: AUTOCORRIDA
Tengo una tendencia algo viciosa hacia el semen. Siempre termino yo mismo limpiando lo que he hecho, y es algo que, desde que he comenzado a masturbarme, lo he practicado. Es algo que, entre la curiosidad de saber a qué sabe o por el puro morbo de atreverse, no muchos tienden a practicar. Hay muchos que tienen rechazo a probarlo, especialmente heterosexuales, pero a aunque parezca extraño, muchos lo han hecho en algún punto, sea de forma accidental o premeditada.
1. Perder el miedo.
No, no pasa absolutamente nada si te tragas tu propio semen. Bueno, casi. Es mejor hacerlo estando 100% que no tienes ninguna ITS. Esto lo escribo porque si bien, hay homosexuales o bisexuales que lo han hecho, es curioso que existan heterosexuales que tienen esta pregunta. No, en el semen solo hay carbohidratos (fructosa), ácido cítrico y esperminas, que son aromatizantes. Entra al sistema y es todo. No tiene absolutamente nada en contra hacerlo.
2. Empezar con poco
Si estás curioso, después de hacerte una paja, puedes probar con una gota. Sí, algo que esté en los dedos, algo de ese chorro que ha caído en la barriga. Tal vez la primera idea es limpiarlo, pero puedes tomarte un poco de tiempo antes de tomar la decisión.
3. Probar el factor sorpresa
Lo usual es la técnica de correrse en la cara así mismo. Puede enrollar una toalla, tomar una almohada o estar en el suelo simplemente, subir las piernas a la pared, hacer un empujón hacia atrás y apuntar. De hecho, cuando era más joven, alcanzaba a chuparme a mi mismo, cosa que he perdido con la flexibilidad. Es cuando tengas toda la confianza de que, quieres hacerlo y te nace probar técnicas de masturbación que te ayuden a elevar el morbo.
📍 SENDA VERDE, ASTURIAS
43.31606705048441, -5.9239161011525105
https://goo.gl/maps/tWUM4c3A8ppkif7i6
Por mensaje privado alguien me ha preguntado sobre las ubicaciones de los sitios donde hago urbex. Y sí, me parece importante poder dar los puntos donde hay sitios o lugares abandonados para que los que quieran, los visiten. Así que vamos a crear estas mini-guias de urbex.
Senda Verde es un sendero que discurre cerca a Oviedo, Asturias. Es uno de los senderos más fáciles de llegar desde la capital, muy fácil y de una duración corta.
🚎 BUS Montecerrao - G-puerto
1. Llegar a Las Caldas. Bajarse en Centro Salud Les Caldes [CTA 01672].
2. Caminar hacia el Castillo de Las Caldas.
3. Doblar por la Senda Ribera del Nalon hasta llegar al puente colgante.
4. Cruzar el puente y seguir por Las Viñas hasta la Estación de Tren Fuso de la Reina.
5. Ahí, toma en dirección al túnel abandonado por unos 5 minutos.
6. Encontrarás el tren abandonado de Fuso de la Reina.
Ahora, para regresar, es continuar el camino en anillo:
7. Regresar a la Estación Fuso de la Reina.
8. Tomar las vías verdes del Fuso. Hay un paso por túnel.
9. En el área de veneros, doblar a la derecha hacia Casadles.
10. Regresar a Las Caldas. Puede tomar el bus de regreso en el pueblo.
GUÍA: VISITANDO UNA PLAYA NUDISTA
Entonces se te ha presentado la oportunidad y te han invitado por primera vez a una playa nudista. Incluso, podría ser que, como ha sucedido en otros casos (como el mío, por ejemplo), te dio la curiosidad de decir, ¿por qué no? Y simplemente ir. Aunque es común en ciertos países, la verdad es que para muchos, practicar nudismo y más en una playa es algo que no hace parte de la cotidianidad. Si estás entonces en la situación, esta es la guía.
Para eso, he hecho esta fácil guía que viene más que bien en temporada de vacaciones.
1. TODOS ESTÁN EN LO MISMO.
Si, estás en un sitio nudista. Eso quiere decir que todos, absolutamente todos los que están ahí están por lo mismo. Así que sí, no intentes luchar contra la corriente y entrar a la playa con ropa. A los nudista nos cuesta mucho encontrar sitios donde poder estar desnudos totalmente y playas textiles hay muchas más.
2. RESPETA LOS LUGARES DESIGNADOS
En las playas hay sitios para todo. Si empiezas a ver o a leer sobre el sitio (más de ver, te darás cuenta) siempre hay letreros de dónde empezar a hacer nudismo, donde están los bares o cafeterías o kioskos, donde hay duchas o donde estacionarse. Más que eso, hay sitios para nudismo tradicional de todas las edades, nudismo homosexual o incluso sitios de cruising (estos últimos están normalmente en las partes de atrás de las playas). Así que no, no cruces los limites de los sitios haciendo actividades que no correspondan.
3. SE ORGANIZADO Y LIMPIO
En un sitio nudista como una playa, no es habitual que hayan servicios de cafetería. Así que ve listo para todo: bloqueador solar, agua, musica a bajo volumen para ti y comida para preparar. Una toalla, ah eso, por dios: es importantísimo una toalla. Necesitas crear distancia con tu cuerpo y las toneladas de arena que arrastrarás.
4. SALUDA SI VES ALGÚN CONOCIDO.
Si estás en un sitio nudista y ves un colega del trabajo o un amigo, no te hagas el desentendido. Ve y saluda. Estás en un sitio de interacción social como cualquier otro y el hecho que andes desnudo no significa que las reglas sean del todo diferente. No hay diferencia de una playa nudista a un parque, más allá de la ropa.
5. TÓMATE TODO NATURALMENTE
Por último, y la pregunta más básica: ¿y si tengo una erección? Mira, vas a tener una erección. No es que vas a gritar o a hacer un desastre en la playa, es una erección. Todos tenemos erecciones. Así que tómatelo naturalmente. Si la tienes, bien; si no, pues no. De hecho, por experiencia vas a ver que las erecciones en las playas nudistas son menos frecuentes de lo que crees, una vez sabes que el nudismo ahí es tan natural que francamente, nada del otro mundo va a pasar.
Entré entonces a su casa. Me miró riéndose porque no creía que yo era capaz de asumir su reto de estar desnudo en el pasillo de su apartamento. Saben, como vieron la semana pasada, no me pongan retos que saben que voy a cumplir y esta no era la excepción. Por eso, no más al verme sabía que no le quedaba de otra que desnudarse también.
En eso, después de unos tragos me dice lo que habíamos acordado: era una noche de sentarnos a jugar video juegos en bolas. Hacía unos meses que no lo hacía, pero esta vez se sentía más amena la situación, ya que era invierno, apenas la nieve caía y la idea que tenía en mi cabeza para el encuentro era aún mejor: vamos a competir. A cada ronda, si uno ganaba en primer lugar, daba la penitencia que que quería.
El problema, claro, es que hacía un tanto no jugaba. ¿Qué malo iba a pasar?
Primero él gana. La penitencia era más que fácil: tenía que hacer unos cuantos pushups en su alfombra, unos treinta para más exactitud. Entonces le dije que si íbamos a hacer tanto por un videojuego, que empezara a abrir la cámara de su celular y grabara.
- ¿Puedo mandárselo a mis amigos en Snapchat?, me dice. Yo, no podía negarme. Que nos vean jugar. Mejor.
Claro, era menos esperado que evidentemente iba a seguir perdiendo. Yo sabía que me había metido en camisa de siete varas y que prácticamente toda la noche iba a estar a merced de lo que él quisiera. Evidentemente, al siguiente torneo iba a pasar: ahora quería un masaje.
Pero no todo se trata de hacer cosas que no se quieran hacer o no: porque claro, dar un masaje era apenas el inicio de lo que debería ser algo que también me guste hacer. Tenia al frente mio a su culito, sus piernas apenas relajadas y unas ganas por parte de él que lo pusiera lo más cómodo posible. Pero no contaba claro con que a medida que iba masajeándolo, quería que le restregara mi verga contra él. El precum entonces empezaba a salir, porque si había una regla era que no había nada de penetración. ¿Cómo aguantarme entonces a la tentación de no dejar simplemente deslizarme dentro de él? Tenía cinco minutos para el masaje y no podía sino aferrarme a la idea de verlo y sentirlo moviéndose, pretendiendo hacer lo que no debíamos hacer.
Entonces, he ganado. Sí, la siguiente ronda la gané. ¿Me tocaba elegir, no es así?
Lo puse simplemente a hacer lo mismo: un masaje. Pero no podía usar las manos, así que solamente era cuestión que usara su lengua. Sentí como en segundos su verga saltó y precipitadamente se lanzó a lamerme el culo, abriéndolo con cada lengüetazo que mandaba dentro, acomodándose la boca dentro de mi. Era apenas la saliva, caliente, y sus ganas de presumir a sus amigos por Snapchat lo que más me ponía caliente. Porque claro, no era ya un asunto de perder o ganar.
Era solamente jugar. Era incluso, dejarme perder, quedar de último para ver qué iba a decirme esta vez.
Por eso no me sorprendió que me pusiera en el borde de la cama a que le chupara su verga. Ya no aguantaba más las ganas de esperar, estaba, en cierto modo, extasiado por haber ganado la última copa y tantas noches jugando en casa estaban teniendo su recompensa. En su cabeza, solamente quería ponerme a chupar, a tragar de su verga, como hambriento y necesitado de probar su leche. Era todo lo que quería, no era más. Pasar una noche entre dos colegas nudistas, jugando a ver hasta donde podía llegar el uno con el otro, pretendiendo en algun punto ... perder.
¿Han jugado alguna consola con algún amigo mientras están desnudos? ¿Saben que eso puede llevar a un juego de penitencias y retos, no? Quisiera que ideas para saber qué penitencias puedo poner.
Sabía que hacía frio. Ya en estas épocas del año uno no puede andar por la calle sin mucho porque tiende a congelarse. Así son los inviernos en Europa, aunque ahora son más una ruleta rusa de lo que puede ser la temperatura en la noche.
— Ok, el reto es el siguiente. Tienes que bajar la calle desnudo. — ¿Es todo? — Sí, es todo.
Parece una tontería, lo sé. Pero no era cualquier cosa. Una situación es hacerlo en la playa o en un desierto. A campo abierto, en un bosque, son lugares donde difícilmente se cruce alguien. No aquí, en un barrio en medio de la ciudad. ¿Soy exhibicionista? Sí. Pero también un tanto racional, y esas dos cosas entran en conflicto.
Pero qué importaba: podía bajarme los shorts y caminar. Al final de la calle, volverlos a poner y se acabó.
— No, no. Así no. Te quitas los shorts, los dejas ahí y te vas hasta la esquina.
Y se reía. Yo no sabía si estaba emputado o excitado. Cuando bajé, había un señor paseando un perro y la basura pasando por la calle del lado. Es decir, el riesgo era más de lo pensado. Pero, ¿y cuando iba a repetir?
Entonces fue cuestión de volver de nuevo al principio. Podía salir una señora a botar la basura, el del perro volvería o los trabajadores municipales acercarse. Podía pasar cualquier cosa y solo había una forma de averiguarlo.
¿Sí, con que quiere que cumpla el reto? Me había comprometido a jugar estos retos de nudismo. Si quiere caldo, pues doy dos tazas. Volví al inicio de la calle, llegué al medio. Me bajé los pantalones y a diferencia de la primera vez, ya tenía una erección que mostrar. Debió ser el señor que caminaba o los trabajadores a la vuelta de la esquina, no lo sé. Pero cumplí lo mandado: dejé los shorts ahí, en la baranda del barrio y me fui hasta la esquina para averiguarlo.
Entonces, terminé en Lyon. Por una locura extraña, decidí tomar un coche con un amigo y escaparme a esta ciudad de Francia para ver qué hay. Obviamente, contacté personas nudistas que quería conocer desde hacía un tiempo y que me habían dicho que si pasaba por la ciudad, les informara.
Una de ellas, un gamer con el que tenía cierta afinidad. O eso pensaba. Desde que le contacté para visitarlo en su casa, me comentó que si quería entrar en ella, debía hacerlo desnudo. Yo no tenía tiempo para saber si era en broma o no, así que apenas llegué al pasillo de su apartamento, decidí quitarme la ropa. El riesgo claro, era que en cualquier momento alguien podía salir de otro apartamento o del ascensor.
Así que sin pensarlo, empecé a quitarme las capas que me separaban del invierno francés y en cuestión de un minuto, quedar completamente desnudo en su puerta.
Claro, timbro. Ahí supe la respuesta a que si lo que me decía era broma o no. Eso, se los contaré en una historia.
Ustedes me conocen. Saben que mi forma de viajar es extraña: viajo por mi, lo entiendo, movido por mis gustos. No revisó blogs de viajes, ni sigo cuentas de viajeros, porque tampoco es que me entusiasmen. Viajo para satisfacer mis curiosidades, aunque eso me cueste relevancia o números. Pero entre esas curiosidades están los lugares abandonados.
Al costado de la carretera, ví como una silueta saltaba por el borde de la curva y lo primero que hice fue tratar de estacionarme donde no quedase alejado de ella. Sabía que eso que veía arropado en la colina estaba abandonado: una iglesia.
Empecé a rodear el complejo y noté que por un costado, muy bajo, una de las puertas laterales tenía un agujero en la parte baja. Conocía los límites de mi cuerpo y decidí escabullirme.
Vacía, estéril, apenas bañada por la luz; ahí estaba una iglesia desnuda del siglo XII enteramente para mi. Unas lápidas en el suelo, un altar escueto, pero unos arcos centenarios que sostenían el peso del abandono.
¿Es que, cuando uno encuentra un escenario así, para uno solo? Porque estas son las recompensas de la curiosidad.
Pensé si sería buena idea tomarme una foto desnudo dentro. Vi que sería imposible que alguien llegara así que corriendo, me quité la ropa y la dejé en el escalón de entrada. Primero los zapatos, luego, los pantalones y la camiseta. Dejé todo doblado ahí y armé el trípode.
Puse el temporizador y me tomé la primera foto, saltando. Luego, volví y tomé otras dos, esta vez de pie. Contando desde la primera foto hasta esta, no pasó más de un minuto. Entonces, programando la cuarta foto, sucedió lo que no esperaba.
Dentro de la iglesia empecé a oír dos voces que lentamente se acercaban. Rápidamente me puse el pantalón, los zapatos y la camiseta. Tomé la ropa interior y las medias y las metí en los bolsillos, esperando que hubiera tiempo después para hacerlo con calma. Tomé el móvil, salí por el agujero, apenas a tiempo para correr detrás de la iglesia y esperar a que las voces se acercaran.
Entonces giré y vi a dos señores justo donde segundos antes estaba yo. Los saludé. Hablamos si era posible entrar, en lo que les señalé el agujero de la puerta.
—Yo no me metería ahí. —¿Por que? —pregunté curioso. —Bueno, por las cámaras. ¿Viste los letreros? — …
En eso señaló hacia la bohardilla.
“Seguramente no funcionan”, dije como para indultarme lo que había hecho. “Puede que pongan eso para desquitarse en caso de un accidente”, replican. Seguramente es eso, claro.
—Por favor, no muestres esto, que da pena este abandono, —me dicen. Yo en mi cabeza, pensando, bailaba la idea de la cámara de seguiridad.
—Pues mira, lo muestro en redes para que también sirva de denuncia y de aprecio.
Quedamos en un corto silencio.
Di media vuelta y salí, presuroso, antes que llegaran los de vigilancia. Y lo único que tuve a cambio, fue una foto desnudo dentro de una iglesia.
Montjuic es un parque/espacio público de Barcelona, en el cual se practica cruising durante todo el año, al igual hay actividades de nudismo. Antes de continuar, unos términos para entender la guía.
1️⃣ Nudismo, es una práctica donde todos los involucrados pueden estar sin ropa en un lugar. No necesariamente es una práctica sexual. 2️⃣ Cruising, es una práctica sexual en la que sujetos se encuentran para tener sexo, normalmente en espacios públicos. Está muy ligada con los homosexuales y bisexuales.
🏜 ¿Qué es el Montjuic?
El Montjüic es una de las dos montañas más famosas de Barcelona, siento esta la más accesible ya que es un excelente mirador para contemplar la ciudad y está repleto de lugares de interés turístico. Fue reformada fuertemente para la Exposición Universal de 1929 y los Juegos Olímpicos de 1992 y esto le ha dado un carácter entre urbano y natural.
Precisamente por esto, es que se ha vuelto un gran punto de cruising en la ciudad.
¿CÓMO LLEGAR?
🚇 Estaciones Poblesec y Plaza Espanya. 🚎 55, 125, 150
🕔 El cruising del parque comienza antes del atardecer. Es importante recordar llevar ropa cómoda y pocos elementos personales, lo mínimo necesario.
📍 ÁREAS DE NUDISMO
🅰️ Piscina Pública Picornell
Las piscinas públicas Picornell tienen un espacio nudista para invierno. Entre el 30 de septiembre al 1 de junio, las piscinas abren los sábados 21.15 h a 23.00 h y los domingos de 16.15 h a 18.00 h. Estas piscinas son cubiertas, y pueden usar además el sauna de vapor, y el jacussi de hidromasajes.
En las áreas de cruising del parque vamos a concentrarnos en puntos muy fijos y cercanos a la ciudad.
1️⃣ Jardines del Umbráculo / Fuente del paseo de Santa Madrona / Marinada
Esta área es reconocible por tener unos arcos y una fuente en el centro. Aquí es un punto de encuentro para observar quién quiere adentrarse hacia los jardines laterales. Lo otro importante de este punto es que tiene un bebedero de agua potable que es muy útil para limpiarse.
2️⃣ Muro lateral y reja trasera del Museo de Arqueología de Cataluña MAC Barcelona
Detrás del Museo de Arqueología de Cataluña existe un muro que es usado para el sexo oral. La ventaja del muro es que la altura ayuda a facilitar el encuentro: los que están en la parte de arriba quieren que alguien les practique sexo oral y los que están abajo, son los que quieren mamar.
3️⃣ Fuente de Bacus
Uno de los puntos más calientes es la Fuente de Bacus. Es un monolito en piedra con un bebedero de agua en una pequeña explanada donde se reúnen jóvenes entre 18-35 años a tener sexo. Al costado este de la misma hay un pequeño laberinto propicio para el sexo, que conduce luego a un pequeño jardín descubierto, reconocible fácilmente porque los arcos de mampostería que sostienen la carretera.
4️⃣ Ruinas del Viejo Funicular
Continuando el camino peatonal, llegaran a las ruinas del viejo funicular. Es un arco en concreto, con una superficie inclinada arriba. Aquí se realiza cruising en grupo. El área no es tan laberíntica, pero si está bien cubierta de las plantas y árboles alrededor, a pesar de estar a pocos metros del área de camino turístico. Si viene desde las escaleras del Palacio Nacional de Montjuic, es fácil de encontrar a mano izquierda del palacio, justo en la parte de arriba de la explanada.
5️⃣ Escaleras laterales del Palacio Nacional de Montjuic
Punto de encuentro. Aquí no se practica cruising en sí, sino que tiende a ser un área para que las personas que quieran tener sexo más arriba puedan fijarse en alguien.
6️⃣ Duchas de la Piscina Picornell.
Relacionado con el punto 🅰️, al finalizar los horarios nudistas hay quienes se quedan en las duchas para un poco de acción. Las piscinas Picornell en sí no son un sitio de cruising, pero las duchas, al no tener cámaras, son propicias para el sexo. Normalmente aquí sucede sexo oral.
No hace falta decirlo con otras palabras. Estar en su sofá, haciendo aquello que muchos otros no pueden ver como algo común, que es, tener tiempo desnudos con sus amigos, mientras hablan de las cosas de la vida, y se dejan llevar. Muchos pretenden ocultar esa desnudez que es apenas un síntoma de lo que deberíamos hacer con amigos y parejas más en común. Más aún si en esa misma desnudez, hacemos algo como masturbarnos en grupo o con él, apenas moviéndonos mientras dejamos ir más hasta el fondo de nuestros placeres aquello que nos gusta.
Porque una cosa es hacerlo solo, pero otra es no compartirlo. @yomismo_jpg
Un acercamiento a mi garganta. A ese momento en que estuvimos los dos, haciendo una pausa de tu trabajo y nos dejamos ir. La tensión de saber que estás ahí, y no estás. @yomismo_jpg.
Decidimos empezar a bajar la montaña. En ese momentos arriba, vivimos que lo que queríamos hacer requería otro lugar. Algo más, digámoslo, urbano. Navegamos entre callejones cercanos, buscando esos rincones de ciudad que quedan escondidos entre la planificación y la espontaneidad de quienes se atrincheran en la urbe. Ahí, donde la ciudad muere y arranca la montaña, había un pequeño callejón, lo suficientemente escondido para hacerlo propio, pero también, lo suficientemente cercano para que las luces de los edificios de la ciudad nos alumbren.
Precisamente hubo uno, una pequeña escalera que conducía a lo que parecía ser un patio adosado. En ese desnivel, donde Barcelona se ve y viste de noche, nos miramos en complicidad como sabiendo que si tenía que pasar, debía pasar ahí mismo. Ya no habían más fotos que tomar.ç
“Espero que no nos pille nadie”, me dice. “Aunque aquí no pasa un alma”. Subimos los escalones y en cuestión de segundos, tiramos la ropa al suelo. Estaba ahí, en medio de la ciudad, bajo la luz de una lámpara de sodio listo para que un amigo decidiera en conjunto satisfacer una fantasía.
Me puse en cuatro, como sabiendo que íbamos directamente al grano. Estaba muy caliente, desde las escaleras, pensando en que era el momento de recibirlo a tope y saldar una invitación pendiente. Él, viendo las circunstancias y sabiendo que mi culo ya estaba lo suficientemente dilatado de todo lo que habíamos jugado en la montaña, le bastó con poco para meterme la verga y sentir que tan adentro podía llegar.
Fue a tope. Una dos, tres embestidas. La sacaba, solo para poder alargar lo inevitable, que era dejarme totalmente lleno de leche. Habíamos acordado que si iba a pasar, pasaría así. La sacaba, respiraba, y la volvía a meter. Miraba a mi alrededor, pensando en cuál ventana o quien en alguna casa podría asomarse curioso. En eso, siento algo caliente corriendo por mi espalda. Sabía lo que era, me encantó que lo hiciera y que me preguntara si podía seguir haciéndolo.
Que si podía hacerlo dentro. A lo cual le respondo que sí.
Que, aunque es una palabra prohibida en esta plataforma (que deseo nadie la escriba), todos sabemos que estaba sucediendo. Los que no, que imaginen que pasaba. Pero era suficiente para que ponerme en la cúspide de la excitación, lo aquello que era irreversible.
Me corrí y él al sentirme como me contraía, se corrió también. Como lo habíamos prometido.
Siempre que nos escribamos me preguntaba si yo era capaz de resistir todo de un solo golpe. Esa noche, estábamos un tanto ebrios. Tocó a mi puerta y me dijo que quería dormir conmigo. Era un viaje corto, no había tiempo para muchas cosas así que no fue sino cuestión de darle un sí para que fuéramos juntos a dormir. Me abrazó fuerte en la noche y pude sentir su verga dura justo detrás mío. Me hablo de forma morbosa al oído. Yo, simplemente me quité la sábana y le dije que por favor, me cogiera. Así, directo, al grano. Como debe ser.
"¿Qué tan cerca podrías hacer estas fotos?" Le dije a H* mientras me ponía todo el equipo de Brat. Que la máscara, la compré en AliExpress muy barata, como lo que es Brat, un perro sin dueño, callejero, porque no tiene lugar fijo de vivir. Pero la cola, esa es una historia aun más interesante.
Un amigo, de esos que conocí en una fiesta muy aleatoria de Málaga, descubrió que tenía afición por ser puppy. Entonces, entre el morbo de los mensajes de Instagram me dice que le causo mucho morbo y que quiere hacerme un regalo.
Que le pase mi dirección. Que no me dirá que es. Una sorpresa quizá.
Una semana después llega a mi puerta una caja con un gran embalaje. Dentro, el primer regalo que recibe Brat: su cola. Esperé hasta que Hayk llegara con su cámara y delante de él, abrí la caja. Entonces, mientras empezaba a abrirme el culito para poder sujetarla, tomó la primera foto.
Minutos después, salió este nuevo puppy. Mi amigo, cabe decir, se ha hecho una muy buena paja con las fotos que le he enviado.
"Hagamos algo. ¿Podrías ponerte en cuatro?" Entonces lo hice. En la escalinata, fría como ya los vientos del otoño empezaban a hacer efecto en ella, me puse en cuatro. Escuchaba a lo lejos una voz que decía que siguiera así mientras me tomaba unas fotos. En mi cabeza, solo podía imaginarme lo que estaba haciendo: algunas tomas desde atrás, otras entrando como el que se encuentra a un hombre desnudo. Tenia algo de placer en pensar que alguien, en cualquier momento pudiese entrar y verme así. ¿Y si se excita? ¿Me quedaré como estoy y dejaré que haga lo que quiera con culo? ¿Y qué pasa si llegara a penetrarme?
"Ten los ojos cerrados", volvía a decir.
Yo obediente, seguía sus indicaciones. Estaba a centímetros apenas de las escaleras, apoyándome, siendo presa dócil de lo que consideraba, era una gran sesión de fotos.
En eso, siento como un chorro de saliva cae detrás mio. Tibia, espesa, apenas siendo lo primero que sentía después de las cervezas de esa noche. Era él, escupiéndome el culo. Sentía como lo que quería era que se viera lo mejor posible en las fotos.
O eso creía.
Lo que empezó siendo ese juego inocente, de tomar unas fotos y posar para la cámara estaba en ese momento pivotando a algo más. No me quejaba, por el contrario: me empezaba a gustar la idea de sentir saliva corriendo por mis piernas. Pensaba en mi cabeza que lo mejor sería que alguien llegara y, de nuevo, fantasear con que me cogiera ahí mismo.
"Ten los ojos cerrados", volvía a decir.
Tomaba unas fotos, se movía a los lados. Tomaba con mi móvil y con el de él. Entonces se acercó. Volvió nuevamente a escupirme y esta vez, agarró mi verga por debajo de mis piernas. La sacó y empezó a masturbarla, como queriendo que se viera mejor en las fotos. Pero no, nada de eso.
No había hecho sino aguantar. Por eso, cuando giré mi cabeza, vi mi móvil a un costado, quieto, grabando todo. Sabía ahi mismo que había pasado. Nunca tomo más de diez fotos. Solo se movía para saber cuando acercarse. Los había dejado, grabando, mientras tenía los ojos cerrados.
Entonces, fue cuando supe que no necesitaba ningún desconocido que rondara en las fantasias de mi cabeza. Ahi supe que lo que quería era que me cogiera y me la hundiera, si es que era eso lo que él quería. ¿Seguíamos con la idea de tomarnos fotos? No lo se, ni era una pregunta que el frío escalón pudiera responder. No era más que pedir, sin palabras que pusiera su verga justo en mi culo y la empujara.
Lo hizo. Lo estaba abriendo.
Ya en este punto, no había vuelta atrás.
"Tengo una idea, ¿que tal si ...nos movemos de sitio?"
Hay momentos en los que uno tiene que sacar tiempo para una reunión. Una conferencia por internet, en cámara, donde solamente se puede ver la mitad del cuerpo. Que tienes ganas de hacer algo, donde solo estás en compañía de tu juguete sexual. Que quieres poner una porno, pero no sabes si ponerla. Que quieres sacarte la verga, pero no sabes si lo van a notar.
Que alguien dice "un descanso de una hora". Entonces es hora de jugar.
Una puerta entreabierta es la invitación a entrar a uno de los complejos industriales abandonados de Asturias. Un candado particularmente nuevo, estaba colgando en la cerradura y solo basto un empujón para hacerla abrir.
Caminé con cautela, en este enorme complejo que de hecho, es una joya de la arquitectura moderna. Es una gran mole de concreto, estrechado hasta la finura, de donde los voladizos de las naves hasta la enorme chimenea de refrigeración están ejecutadas a perfección.
Uno debe estar sin música, moverse muy despacio. Pendiente de alguna voz, algún paso, algún intercomunicador que se dispare.
Pero eso no es excusa para que me deje llevar en mi soledad. Que sí, que tengo mi fetiche. Que me desnudo en espacios abandonados en cuanto pueda.
Empecé a acercarme a la chimenea, buscándole la lógica de cómo entrar en ella. Le di una vuelta entera, completa. Nada. Excepto en un lado, el que estaba debajo De la torre de energía.
Despejé unos matorrales. Me desnudé. Caminé por el borde, caminé por las vigas. Fui yo, solo, entre el lugar y el aire. Me desnudé y me dejé llevar, como conocen, por todo lo que me gusta de estar en un sitio mío por unos instantes.
Que lo distópico abrace. Que no todo me sepa a postal. Que no todo huela a pintura fresca.
Hice lo que tenía que hacer y decidí irme, esta vez, a seguir recorriendo Asturias. Pero esta vez había algo distinto: la puerta estaba con candado.
Ya podrán imaginar el pequeño pánico que tuve. Pero, ya descargado, no había nada que perder.