

Villeurbanne, 2:30 pm. Acabas de llegar de un viaje. Tienes..
Added 2023-03-11 19:18:52 +0000 UTCVilleurbanne, 2:30 pm. Acabas de llegar de un viaje. Tienes dos días encima en los que no pudiste dormir y no sabes más que hacer. Miras por la ventana y solo cae nieve, recordandote que dejaste la ropa que necesitas a kilómetros de distancia. No tienes ganas de salir a comprar nueva, que vas a usar dos días. Entonces, recuerdas que no te has hecho una paja en días. Que debido a estar compartiendo un airbnb con amigos, no has tenido privacidad y que los planes para quedar ya te suenan monótonos después de un tiempo. Que quieres ver una película pero todo te sabe igual. Entonces sabes que hay algo que no falla, que si lleva días haciendose o meses preparándose: ese amigo de pajas infalible. Y digo que lleva ese tiempo haciéndose porque desde la primera vez que me hice una con él, al día de hoy, cada vez que la hacemos es ponernos a tope. El ego, ese motor infame, funciona para verme reflejado en alguien que se masturba igual que yo: escupe, se abre de piernas, se olfatea las axilas y presume de lo propio sin olvidar de pedirle al otro que, cuando se vuelvan a ver en vivo, va a suceder lo prolongado. Es lo que me pasa con él: desde que nos conocemos, sabemos que nos ponemos a mil por hora y de forma inexplicable, nos masturbamos como si lo hicieramos de toda la vida. La extraña atracción no solo física, sino mental del deseo y también, debo decirlo, de la confianza (expresada de ver como se la cae la bicicleta en el fondo) lo es todo. Me pide que cuando me visite a España, que es pronto, debo llenarlo de leche. ¿Qué creen que me pasa entonces, ahí, en plena conversación de Skype con alguien que te atrae tanto y te eleva el morbo al límite? Eso. Esto. Explotas. Y te olvidas de todo lo que hizo que tu llegada de un viaje sea un desastre. La magia innocua de la tecnología.