

Le di una nalgada que resonó en la habitación y se estremeció. “Este culo es mío”, le susurré al oído, mientras la empujaba contra la madera, duro, profundo, sintiendo cómo se rendía a cada embestida. Mis manos no soltaban ese trasero divino—lo marcaban, lo adoraban, lo castigaban con deseo.😈🔥