

Donde el cuerpo habla lo que la boca calla
Me até con la firmeza de quien sabe que el control también puede estar en la entrega.
Cubrirme los ojos fue un acto de mirada interna. Silenciarme la boca, una forma de amplificar la voz del cuerpo.
No hay manos ajenas aquí. Solo las mías: que atan, disparan y revelan.
La mujer que siente, la que observa, la que crea.
¿Provoco? Tal vez.
Pero no por mostrar piel, sino por mostrar verdad.
La crudeza de una escena que no busca complacer, sino expresar.
En esta celda blanca me volví templo.
En la cuerda encontré forma.
Y en el silencio… encontré poder.