Palma de Mallorca, 1:20 am. Existen sitios de cruising, hec..

Palma de Mallorca, 1:20 am.

Existen sitios de cruising, hechos específicamente para eso. Bares, que en sus sótanos guardan cuartos y laberintos en la oscuridad para borrar por segundos quienes somos y dejarnos llevar. De hecho, mis primeros sitios así fueron durante mis primeros viajes, cuando veía en esos laberintos a gente de todas las edades perderse en su interior. Recuerdo que tenía escasos 25 años y entre en un cubículo donde habían agujeros en las paredes. De esos sitios que veías en el porno pero que no pensaba que existían, ya que, vivir en una pequeña ciudad como Cúcuta no me permitía explorar mucho que digamos.

Pero ahí estaba, en uno de esos cubículos. Sabía que si me agachaba, era posible que tuviera una verga a mi total disposición para chupar. Porque si, me encanta. Era en Drake, recuerdo, en un sótano de una tienda de vídeos porno de Praga. No sabía quién entraba o salía, en ese gloryhole solo importa la verga y no más, lo cual lo hace más morboso aún: la mera sensación de chuparla, y el simple protagonismo de la misma, sin importar quien está detrás, gente que, no sería capaz de reconocer en la calle si al día siguiente me lo cruzara.

Desde ese entonces se volvió un vicio en estos sitios: entrar, agacharme y chupar. Uno, dos, diez chorros de leche, los que me quisieran dar, con tal de satisfacer la necesidad casi violenta de tener una verga para mi solo, y saber que al otro lado habrá alguien pasándola bien.

Ocho años después volví a un sitio así, en un pequeño sótano de una ciudad costera de España, pero siendo un sitio sorpresa que me recordó los lugares en los que empecé a explorar mi sexualidad. Y volví, nuevamente a ponerme de rodillas, a esperar quien pusiera voluntad y quien quisiera que yo se la chupara hasta que me reventara la garganta con aquello que me gusta y que con todo el placer el mundo pude probar. Cada sorbo de cerveza, aumentaba más el morbo, por parte del otro de sentir una boca con un cambio de calor a frío que hacía que se contrajera y por mi parte, se probar una verga con una de las bebidas que más me gusta, solo para embriagarme a medida que succionaba leche, para mi solo.

Media hora después estábamos los dos arriba, tomando cerveza. Con esa mirada cómplice de saber que esa no fue la única cosa que me tomé a fondo blanco esa noche.