

Granada, España. 1:30 pm.
Tres segundos. Uno cree que es fácil masturbarse como es debido en un hostal, pero cuando compartes cuarto con diez personas, es apenas obvio que en un segundo una puerta se abra. Uno tiene que ser lo más rápido posible para esconder la verga y no hacer nada de escándalo si algo pasa.
Me encanta jugar con esa velocidad, darme a tope, jugando al gato y al ratón si llegara a ser descubierto. Me saco la verga, la escupo, juego con ella y entra alguien por alguna cosa en su maleta. La escondo. Sale y vuelve la jugada.
Y si piensan que esto es raro, se equivocan: todos los viajeros nos masturbamos en los hostales.
Todos.