

Rubí, Barcelona. 5:43 pm. Era una de esas aventuras haciend..
Added 2022-03-29 19:39:05 +0000 UTCRubí, Barcelona.
5:43 pm.
Era una de esas aventuras haciendo urbex de las que tanto les he hablado en esta cuenta. La idea era entrar a las piscinas abandonadas de Rubí, en Castellnou, un balneario que llevaba treinta años en completo abandono en las mediaciones de los suburbios de Barcelona. Entrar parecía dificil, ya que el edificio es un bunker casi anclado a la montaña, y estaba incrustado en un área residencial. Si algún vecino me veía, posiblemente llamaría a la poli.
¿Qué podía hacer? Simple. Meterme con toda. Lo más rápido posible.
Entré por una reja que con la suficiente manobra, daba un angosto paso para poderse escabullir. Una vez dentro, empecé a explorar el lugar: decenas de cubículos donde en algún momento se cambiaban de ropa los bañistas están expuestos y rodean por completo el complejo. Unas piscinas, en el centro, totalmente expuestas a las casas de alrededor. Aún así, como buen exhibicionista, decidí desnudarme y tomar las fotografías que tanto me gustan tomar.
En uno de esos balcones, ya al final del día, me di cuenta que solo, no estaba. Alrededor del complejo como les dije, habían varias casas y en una de ellas había un señor asomado en el balcón. Lo había visto todo: desde que me quité la ropa, hasta los saltos que dí, todo.
Noté que seguía mirando, sin espabilarse ni un solo momento. Fue entonces que decidí continuar con las fotografías aunque con un pequeño cambio: el morbo que me despertaba que me estuvieran viendo era aún mayor que la misma foto. A pesar de los carros alrededor, de los espontáneos transeúntes, y del señor en el balcón, nada podía detenerme en ese momento.
Me fui al mismo, me saqué la verga y me dediqué a masturbarme concentrado específicamente en el señor. Él, sin inmutarse seguía viéndome, sin llamar, sin hacer escándalo, nada. Solamente me veía. Ese morbo me alimentaba, cada vez más, a continuar lo que hacía.
No fue sino en cuestión de minutos que me corrí. Un chorro de leche cayó al piso del que había sido uno de los balnearios más populares de Barcelona. El señor, asintió la cabeza y se entró en su casa, una vez se dio cuenta que había dejado el suelo cubierto de leche. Era apenas el momento perfecto para tomar mis cosas y salir del lugar.
Ya había hecho lo que tenía que hacer.