Palma de Mallorca, 12:40 am. He viajado en hostales por muc..

Palma de Mallorca, 12:40 am.

He viajado en hostales por muchos años de mi vida. Conozco bien cuando estoy en uno y de repente, mis compañeros de cuarto no tienen reparo alguno en despertarse y bajar de la cama desnudos, algunos con una erección que es difícil de ocultar. Yo, no puedo evitar echar ojo y mirar a los que en su excitación contenida (porque en un hostal es casi imposible tener sexo o hacerse una paja) merodean a mi alrededor en un desfile de aparente hombría, solamente luciéndose con o sin éxito a los que estamos alrededor.

Había quedado esta última noche en Palma de Mallorca en un hostal que me gustaba mucho y tenía evidentemente, muchas ganas de hacerme una paja. ¿El problema? Eran de estas camas de cápsulas y yo quería que el morbo de hacerlo a la vista me ganase más. Quería hacer un video para esta cuenta que reflejara las pajas que me he echo en años en muchos hostales alrededor del mundo. Desde mi cápsula no se veía nada, excepto un chico en la del frente que medio se podía escudriñar que estaba desnudo detrás de la cortina.

Lo primero que hice fue irme a la ducha, que es compartida, tomar el celular y grabar como me hacía una paja mientras me duchaba. La ventana estaba abierta por si alguien afuera quería ver y la puerta sin candado por si alguien entraba. Nadie entraba, me ganaba el sueño y terminé por secarme irme a la cama.

Entonces abro Grindr.

El chico que había espiado estaba ahí, a erróneos "64 metros" que en realidad eran dos. Casi nunca me había pasado en un hostal que haya gente en Grindr, conectada a tan poca distancia. Las luces a esa hora estaban apagadas, así que la situación podía ponerse buena, de querer claro, que ambos hiciéramos lo nuestro.

Yo ya estaba desnudo, postrado boca abajo, chateando con él. Le enviaba fotos de mi culo, de mi verga, a lo que él respondía con lo mismo. Su objetivo antes de dormir era deslecharse. El mío era el mismo, pero la idea de irme a cama con leche caliente en mi boca era mucho mejor.

"Tendrás que ser silencioso", me dice cuando le propongo que entre a gatas a mi cápsula y abuse de mi boca. La idea era que me agarrara por el cuello y la enterrara a tope, para correrse dentro de mi. Así lo hizo: se escabulló, nos besamos, se saca la verga del pantalón y empieza como bestia a cogerme la boca. Era enorme, más de lo que en fotos se veía. Yo, trataba de contenerme, pero el ruido de las arcadas era más de lo que se podía ocultar y habían muchas mas personas en el cuarto que sabían o sospechaban que estábamos teniendo un encuentro sexual a metros de distancia. Ya no era una inocente paja, ya estábamos sacándonos leche con todos ahí alrededor.

Entonces se me ocurre una idea. La ducha. Claro, mientras hacía el video, nadie se apareció porque nadie iba a ducharse a media noche. "¿Por qué no mejor quedamos en la ducha?", le dije.

- ¿Seguro?
- Créeme, no hay nadie.

Agarró su toalla, salió del cuarto. Minutos después hice lo mismo.

Se metió en una de las duchas y cerró la cortina. Acto seguido, me desnudé, entré a donde estaba él y me puse de rodillas. En el mismo sitio en que una hora antes estaba haciendo un video masturbándome para ustedes, ahora tenía una verga enorme sacándome lágrimas mientras me sujetaba la cabeza con fuerza. "Eres tremendo, ¿no putita?", me decía mientras seguía embistiéndome una y otra vez su verga dentro de mi garganta. Él era uno de tantos viajeros, de perfil dominante, verbal, que le gusta tener a alguien en su control. Yo, ese día, quería ser controlado.

Me abre la boca con los dedos, me escupe dentro y vuelve a la carga. En ese momento yo no era más que su puta, como el decía, y solamente quería tragarme la leche que me fuese a dar. En cualquier momento alguien podía entrar a las duchas, con la sorpresa de vernos en plena faena y que se uniera o saliera corriendo a la recepción a expulsarnos del hostal. No nos importaba, solamente queríamos putear en un sitio donde no lo habíamos hecho.

Entonces sentí los chorros de leche, uno tras otro dentro de mi garganta. Al unísono, me corrí en el suelo, con mi propia leche cayendo en mis pies. No quería sacársela de mi garganta sin que yo le limpiara la última gota, cosa que hice con completa obediencia.

Toma su toalla, me escupe en la boca y se marcha al cuarto.

"Si quieres más aquí tenés", me escribe. Le preguntó a donde irá después de esta parada.

"Vivo en Madrid. Cuando quieras venir, ven".

Pongo la alarma y me acuesto a dormir. Al día siguiente, una nueva parada.