

Granada, 7:00 pm. “Hola, ¿qué tal? ¿Qué haces este fin de s..
Added 2023-04-24 01:51:43 +0000 UTCGranada, 7:00 pm. “Hola, ¿qué tal? ¿Qué haces este fin de semana?”, me escribió un viejo amigo. Al otro lado de la pantalla estaba yo, quien tras dos semanas de trabajo intenso con fotografía estaba a punto de tirar la toalla. A duras penas estos días había tenido tiempo para siquiera dedicarme a mi labor onanistica y poco más. Y es que en esa semana, donde los días de trabajo llegan a ser de 14 horas, uno se olvida de atender esos deberes que nos gustan. Pero no podía quejarme, tenía en mis manos un saludo. Un amigo, de esos que son bengala sexual, me estaba escribiendo. Había vuelto de sus vacaciones y quería saber si yo estaba dispuesto a viajar a verlo en Granada. Si, la de la Alhambra. La mozárabe. Esa ciudad que se subiré de años de historia sin pudor. Resulta que nos conocemos desde hace mucho tiempo porque somos muy buenos compañeros de paja. Nos reunimos en su casa y desnudos, luego de trabajar o cenar, nos sentamos a ver pornografía y dedicarnos a eso, la labor de simplemente dejarnos llevar como colegas. No faltaba más. Viendo como estaba de ánimos y cansado de tanto trabajar, decidí interrumpir mi paja y salir a Granada. Esa noche llegaría y estaba pensando en que deberíamos cenar en casa y después, jugar a lo que ya sabíamos jugar. Prepare una mochila rápida y tomando un carro de estos compartidos, me fui a la ciudad. No era más que llegar cuando le encuentro desnudo en su puerta. Como era de costumbre, entré, me he quitado la ropa y he quedado como nos gusta. Copas van y vienen, así como caricias sutiles de esas que entre dos amigos se pueden dar y que se continúan, luego de la cena, en el sofá. Entonces me dice que si quiere jugar a algo más. No se a qué. Pero hay otro asunto. Ponemos la cámara y empezamos a enseñarle a él que sea curioso a ver qué podíamos mostrar. Tomábamos el celular y grabábamos nuestras pajas para mandarlas a nuestros amigos en común y que les diera morbo de vernos. Mientras todo, agarraba con su mano mi pierna y la acercaba para sentirse más acompañado y seguro, como un asunto casi de grande protegiendo al chico. Al final, entre eso de ser amigos de paja, se da este pequeño rol de ser el que cuida y enseña al que es más vulnerado. Entonces se le ha iluminado la cabeza al ver una notificación de WhatsApp. Estaba a unas calles uno de sus amigos, con el que ha tenido asuntos en el pasado. Le ha preguntado que si está libre, que tiene un queso por si desea compartir con el vino. ¿Que crees que le ha respondido? Pues con la verdad. Tengo a este chico en casa y nos estamos masturbando. Que si quiere pasar. Pero hay condiciones. “Dan”, me pregunta. “¿Quieres jugar?”. Le respondí en mi picardía que si. Estaba tan caliente que podría decir cualquier cosa. Esto, sin embargo era algo nuevo. Quería compartirme. Se le había iluminado la cabeza con la idea de dejar que uno de sus amigos me use delante de él bajo su permiso. No puedo negar el morbo que la idea me causaba así que sin duda le dije que si, solo teniendo una condición: yo estaría en el sofá, esperándolo, de cara a él. Entonces, entró a la puerta. No ha saludado, ni nada, como el juego estaba hecho. Se ha puesto justo al frente mío mientras se quita la ropa, siendo estoico y decidido a hacer lo que le habían ordenado. Porque si, mi amigo le había ordenado muy simple que tenía que abrirme el culo esa noche; que tenía que desnudarse y sin mediar palabra, culearme donde ya él había puesto su lengua esperando sigilosamente a que este apareciera. Y es que no hemos hablado, pero algunos se retractan aún más cuando la ciudad es tan péqueña. Aunque no con él. Sobre el sofá estaba yo, tendido esperando. A centímetros él se acerca y sin decirme nada, me escupe en la boca sabiendo que yo iba a devolverle lo mismo. Eso, esa saliva, la tomo con sus dedos sin importar orden o pecado para ponérmela en el culo. Sin mediar palabra. Cero. Solo quería pagar su promesa y abrirme el culo a como diera lugar. No fue sino poner la punta y empezar lentamente a meterla para que abra espacio: es como si jamás hubiera culeado. Empezó lento y aceleró. Duro, al punto de pensar en separar los sonidos porque estaba gimiendo de placer. Él, en la dicha de culear a tope, con la oportunidad que tenía de verme indefenso. Y al otro lado mi amigo, pajero, viendo la escena transcurrir. Me ha tomado con las manos y la ha metido dentro. Primero la mitad y luego, con respirar, ha metido la otra. No tenía la más mínima intención de dejarme ir sin que me diera su leche directo en el culo. Mi amigo estaba pletórico, no solo por la escena sino por el orgullo de haber elegido bien. Me abraza, me consuela, me tapa la boca para que todos mis gemidos sigan contenidos mientras su amigo de Granada estaba follandome a tope, que los guevos peguen y reboten. Entre todo el sudor, ha sabido controlarse. Creo. Porque no fue sino que mi amigo se pusiera al lado y apuntara su verga a mis labios para saber que no podía aguantar más. Giré mi cabeza validándolo y con abrir la boca supe que lo que tendría eran muchos chorros de leche. Es que lo conozco, a la perfección y se como se corre. Solo con ver la escena de estar siendo sumergido en leche, su amigo no pudo más y estallo. Estaba tan dilatado que sentía la fuera de los chorros de leche en mi. Uno, dos, cinco. A tope. Quería cumplir el trámite de tener un culito esperándolo en la casa. No era sino sentir leche caliente en mi que exploté con ellos dos. Exploté tanto que he vuelto a Malaga. He abierto la red y lo veo conectado. Me emociono tanto que me empiezo a masturbar acordándome de esa noche en particular. Más y más rápido. Feliz de sacarme mi propia leche pensando en aquel día en que mi amigo decidió abrir la puerta para que alguien entrara a culearme. Le he dicho que la próxima me cubra los ojos. Que solo quiero sentir una verga entrar dentro de mi. Y que de ser así, vuelvo nuevamente a Granada. Es que no queda más opción. Solo con recordarlo, al llegar a casa, me he decido a terminar lo que había dejado incompleto dos días atrás. Pensando en él, en los matices y sobre todo, en la idea de seguir siendo alguien que puede ser compartido por toda Granada.