

Tblisi, Georgia. "Llega a eso de las 5:30 a la casa, estás ..
Added 2023-07-19 20:49:03 +0000 UTCTblisi, Georgia. "Llega a eso de las 5:30 a la casa, estás más que cómodo", me escribe en un mensaje para que lo visite. Habíamos quedado antes, en una fecha anterior cuando acababa de llegar a la ciudad y donde ni siquiera había dejado la maleta descansar. Y es que el morbo me ponía más y me ganaba la curiosidad. Él, de una altura de 1.90 metros, con una verga enorme, solo quería pasar un buen tiempo conmigo, tomando cerveza, un porro, pasándola en total comodidad. Y es que claro, nos habíamos sentido cómodos. Ese día, sin embargo, la cosa era un tanto distinta. Desde nuestro primer encuentro digamos que las conversaciones habían subido de nivel: ya sabíamos que aunque no estaba escrito que tendríamos sexo, nuestro propósito mutuo era sacarnos leche y de la forma más primal posible. ¿Cómo? Dejando exudar nuestro impulso sexual al ritmo que el otro ponga. Entonces tenía un pase derecho a ser el cerdo que quiero ser cuando alguien me lo permite: sabía que con él, desde ese sofá donde nos empezamos a masturbar, el día se iba a poner oscuro mientras nos escupíamos, gemíamos, lamíamos y pajeábamos. Nuestros cuerpos dejan de ser educados. No nos interesa ser una persona correcta cuando estamos enfrentados los dos al simple deseo de dejar al otro construir el orgasmo. Sé que en otros ámbitos este salvajismo entre dos hombres puede verse errado, lo sé. O puede que sea precisamente ese salvajismo lo que sea tan poco común que se sale por completo de todo lo que había pensado cuando me masturbaba con un amigo o conocido. Es que esta paja es, en definitiva, nada de lo que había hecho antes.