

Berlín, Alemania. Segunda versión. Había llegado a la esqui..
Added 2023-11-15 01:26:38 +0000 UTCBerlín, Alemania. Segunda versión. Había llegado a la esquina en donde según las indicaciones, tenia que doblar por uno de estos extraños patios expuestos del urbanismo que el Berlin Este creó. Su casa, un pequeño monoblock de un barrio con nombre de un antifacha caído en los cuarenta era de estas unidades donde la luz se le prestaba atención y los cuartos ofrecían amplitud. Ahí estaba dentro él: si, el @dartcorephoto que había visto varias veces en su perfil en redes sociales y que me despertaba el mismo morbo que la primera vez: ropa deportiva, un gimnasio en casa, una actitud dominante. Yo, un tanto nervioso, quedé simplemente en dejarme fluir. En ese rato entre una botella de agua y una de cerveza, notamos que ambos teníamos un equipo para grabarnos. Él, con su idea en mente de qué quería ver y yo, sin planear absolutamente nada. Los primeros minutos de aquel encuentro fueron apenas de prueba, por así decirlo: qué tan cómodo nos sentíamos interactuando, especialmente ante tantas cámaras grabando que era algo insual para mi. Pero todo cambió en un momento exacto: uno, en el que tomó mi cara y se dispuso besarme. No fue un beso corto y ya, fue literalmente acrecentar el morbo bajo la única condición de besarme. Esos besos en los que te arrancas la piel, dejas todo, quieres estar lo más posible enfundado en él. Esos, que hacen que una erección se ponga más fuerte y una mirada sea suficiente para dejarse hacer de todo. Ese beso fue el antes y el después. Al momento siguiente que recuerde, se me habían olvidado las cámaras. Una había dejado de grabar y la otra registraba como me comía el culo para abrirme más adelante sin piedad alguna. Cómo, de una forma inusitada, nos pusimos verbales y acrecentamos ese morbo para alimentar el placer del otro. De cómo el único propósito ya no era el registrar sino simplemente disfrutar, olvidando por completo aquello de hacer una "colaboración", que era lo que más temía. No esperó en lo más mínimo al saber que estaba dilatado para penetrarme. Para tratarme de una forma que no dejaría normalmente a otro tratarme. Para jugar conmigo -y yo con él- en el único propósito de tener un orgasmo. Todo, por un beso que nos dimos, que hizo que nos olvidáramos de esto y que a su vez, hizo que esto pudiera salir a la luz. Por ello, en su escritorio y ya los dos estando completamente limpios de todo rastro de semen que quedaría en nuestros cuerpos, vimos como las dos cámaras grabaron dos cosas distintas de un mismo orgasmo. De como, días después, tomé la decisión de hacer dos videos: uno, usando sus tomas y otro usando las mías. Pero todo, con el mismo final. Por eso, cuando me puse a editar ambos lados de esta historia, no pude -ni quise- editar ese momento en el que verbalizamos y dimos punto final a aquello que había comenzado como una excusa y terminó siendo intimidad.