

11:54 am. Primera corrida. Era una soleada mañana en Berlín..
Added 2023-11-21 13:28:51 +0000 UTC11:54 am. Primera corrida. Era una soleada mañana en Berlín, de esas extrañas en las que pareciera que tiempo era mentira. Ese día tenia unas entradas para visitar el Museo de Pérgamo que sería cerrado por un par de años y tenía una mañana libre mientras llegaba la hora para irme hasta el Mitte. Unas cuatro horas fácilmente. Estaba hablando con @bigdadberlin , uno de estos chicos que se reunía en Telegram en aquel grupo de pajeros berlineses. Me contaba que ese día no trabajaba y que si quería podia llegar a su casa -uno de estos bloques fascinantes construidos por los soviéticos cerca a la KarlMarx-Allee y hacer algo juntos. Tenía cuatro horas libre, así que no vi el porque no. Toqué la puerta, como haría cualquiera. Detrás de la mirilla escucho su voz que me invita a pasar. Un apartamento puro y blanco, casi inmaculado, de orden perfecto. Nada fuera de lugar. Uno de esos lugares extrañamente familiares por mi profesión. Tras un vaso de agua y de comentarle que iría al museo después, hablamos de nuestras pajas. — Pues yo puedo correrme varias veces, — me dice. — Para mi eso es imposible. Una y ya estoy — le respondí. Sin dar mucho ni menos, terminamos en la cama. Cada uno, sin ropa, haciendo lo que queríamos hacer y a su vez, haciendo algo para que los del grupo nos vieran que sin querer se habían transformado en voyeurs. El voyeur, ese que desde el otro lado de la puerta puede ver todo. Ese personaje que es tercero y parte tangencial de lo que sucede. Un persona del que soy, por ejemplo, cuando miro por la ventana a mi vecino ducharse. Era entre tanto, una carrera contra el tiempo. Aunque estaba limitado veía a la vez como en tan poco tiempo empezamos a compenetrar. Un beso tras otro, una exploración del cuerpo, un arrojo a dejarnos llevar. Y claro, una forma de darme cuenta que evidentemente podia tener mas de un orgasmo. Que si bastaba con atragantarme mas de una vez o de dejarlo explorar con sus dedos dentro de mi era suficiente para que una y otra vez se corriera, entonces lo haría. Habían dos formas de construir el orgasmo: él, continuamente atrapado en sentir los dos cuerpos para estar sin detenerse; yo, que lo construye con mucho tiempo y paciencia, incrementando con los minutos el final. Era pues un continuo ciclo donde sus orgasmos construían el mío, el que sería -o eso creía- el único. Solo fue sentir como entraba dentro de mi para terminar de completar lo comenzado. No podía aguantar ni resistirme a tener que correrme, más si lo permitía en su boca para poder irme al museo con toda la calma posible. Me había corrido una vez. Pero aun me quedaban unas cuantas horas más. Y este no es un único video.